jueves, 25 de febrero de 2016

Independientes a la Constituyente

05 de Febrero de 2016
El INE ha definido los criterios para la elección/selección de los asambleístas que integrarán la Asamblea Constituyente (AC) con la encomienda de aprobar la Constitución Política que regirá legalmente a la Ciudad de México. Con el voto aprobatorio del PRD, PAN y PRI, principalmente, el Congreso de la Unión decidió la integración de una correlación de fuerzas bizarra para la AC: 40 nombrados por poderes preestablecidos y 60 electos por la ciudadanía. Es un mecanismo que evoca los Parlamentarios Notables de Luis XIV de Francia en 1655, a la Constitución del Año VIII de la Revolución Francesa (después del golpe de Estado del 18 Brumario) o la Constitución española de 1876, con sus 600 notables. Incluso, recuerda a la Junta de Notables que redactaron las Bases Orgánicas de la República Mexicana, en 1843. Queda confusa, y definitivamente borrada, la línea entre representación de poderes fácticos preexistentes y una auténtica representación ciudadana.
En tiempos como los actuales —cuando se cuestiona la representatividad y legitimidad de los partidos políticos— hubiera sido digno ofrecer la opción de una representación plena de ciudadanía, con la presencia testimonial de los poderes preestablecidos. Pero se impuso la lógica de la estabilidad del poder, por encima de la impredecibilidad de la ciudadanía. Claro, existe una explicación fácil de ese acuerdo. El cambio de Distrito Federal a Ciudad de México es una decisión que se negoció en las cúspides del poder nacional, no es el resultado de la presión de un movimiento social y ciudadano. Consecuentemente, la integración del Constituyente será dominada plenamente por los Poderes que redactaron y aprobaron el cambio.
A pesar de ello, el INE plantea, entre sus lineamientos, la posibilidad del registro de candidatos independientes a la Asamblea Constituyente. Este hecho abre la posibilidad de una representación ciudadana que, aun siendo minoritaria, tendrá la responsabilidad de articular y expresar posiciones que han defendido movimientos ciudadanos a lo largo y ancho de la ciudad, sintiéndose defraudados por la gestión gubernamental. El PRD ha lanzado críticas en contra de las candidaturas independientes, acusando al PRI de promoverlas para contar con suficientes votos afines para vetar ciertos cambios. La única razón por la que el PRI pudiera acercarse a un tercio de integrantes de la AC es por la fórmula leonina y antidemocrática que aprobaron los partidos en el Congreso. La descalificación a priori de las candidaturas independientes muestra una intolerancia que debe rechazarse.     
Todo ello hace indispensable la representación ciudadana en la Asamblea Constituyente, distinta a la de los partidos. No debe enarbolar una postura antipartidista, sino defender que se plasmen verdaderas formas de participación en la toma de decisiones que exigen muchos ciudadanos y sus formas de autoorganización, históricamente ignorados por los partidos. El problema que enfrentará la propia Asamblea Constituyente a la hora de debatir la propuesta de la Constitución que le hará el jefe de Gobierno es dónde poner el corazón y centro del debate: ¿en torno al interés de un ejercicio tradicional del poder repartido entre los partidos políticos o en la definición de creativos y novedosos espacios de decisión en los que la ciudadanía es el actor decisivo en la gestación de la historia futura de la ciudad?  
Guiado por estas consideraciones y lineamientos básicos, pienso promover mi candidatura como independiente a la Asamblea Constituyente. Los invito a que me acompañen en este camino.